Figura zoomorfa en oro de la cultura Zenú
Secretaría de Cultura de Córdoba - Colombia - Sur América

 
 
Imperio Zenú
Los Zenúes
Roger Serpa Espinosa
Secretaría de Cultura de Córdoba. Montería. 2000

POBLACIÓN - SISTEMA DE PRODUCCIÓN - PROPIEDAD Y TENENCIA DE LA TIERRA
Portada del libro Los Zenúes de Roger Serpa Espinosa
POBLACIÓN

Según los resultados preliminares del XVI Censo Nacional de Población y V de vivienda, San Andrés de Sotavento registró 52.240 habitantes, ocupando el quinto lugar en el departamento después de Montería, Lorica, Sahagún y Cereté.

En los últimos 30 años ha habido un incremento poblacional importante, de acuerdo a los resultados de los últimos cuatro censos. De 21.129 habitantes en 1964 pasa a 52.240 en 1993.

Es de aclarar que para el desarrollo de la actividad censal siempre se han presentado dificultades de orden público, inconvenientes de comunicación, desconfianza y resistencia de los indígenas en suministrar datos fidedignos, ante todo en períodos de procesos de recuperación de tierras, que han egenrado ambientes extremadamente caldeados y enrarecidos por la persecución estatal y de los terratenientes.

El 55% de la población son mujeres y el resto, hombres. El 87% vive en el área rural (45.2828 habitantes), y sólo el 13% reside en la cabecera municipal de San Andrés (6.598). Es notoria la tendencia al despoblamiento en el casco urbano, debido a la progresiva emigración hacia otros centros urbanos periféricos (Sincelejo, Chinú, Sahagún, Lorica y Sampués).

La base poblacional muestra un predominio significativo de los niños y jóvenes sobre los adultos; debido a los altos índices de natalidad ya que no es extraño que las indígenas tengan el primer parto entre los 12 y 15 años. Si bien la mortalidad infantil es moderadamente alta, también es evidente que la atención hospitalaria y ambulatoria mejora cada día, y las familias hacen ingentes esfuerzos para acudir a donde el médico y a los centros asistenciales, aumentando la expectativa de vida.

Es difícil precisar el volumen y los porcentajes de la población económicamente activa por carecer de datos confiables, ya que las informaciones censales de 1993 son apenas preliminares. Sin embargo, podemos deducir que cerca del 60% representa la población real económicamente activa, dedicada fundamentalmente a las actividades agropecuarias, artesanales y domésticas. Es oportuno recordar que en el sector artesanal, por ser un trabajo familiar, la participación de los niños y adolescentes es significativa, como también en las labores de siembra, mantenimiento y cosecha de los cultivos.

SISTEMA DE PRODUCCIÓN

En el resguardo de San Andrés de Sotavento se practica una economía tradicional basada fundamentalmente en el sector primario (producción agropecuaria), y en el sector escundario se destca la producción artesanal. El sector terciario (comercio) a pesar de presentar un menor grado de desarrollo, de todas maneras las transacciones comerciales de productos agrícolas, de materias primas y de productos artesanales, cada día toma mayor auge, siendo Tuchín el centro de intenso intercambio.

Históticamente el desarrollo económico ha estado íntimamente ligado a la tierra y al trenzado en fibras vegetales. Los Zenúes desde la época prehispánica cultivan maíz, yuca, ahuyama. fríjoles, ñames criollos de gran valor nutritivo; y explotan la rica variedad de palmas, gramíneas y bejucos para artesanías y construcción de viviendas.

La tierra era de propiedad colectiva, pero con la Conquista y la Colonización española se fue variando ostensiblemente el régimen de tenencia y aún cuando en 1773 el rey de España reconoció a San Andrés de Sotavento como resguardo de tierras, después de un largo proceso de delimitación, confirmación, amparo y usufructo de varios encomenderos y mayordormos, lo cierto es que desde entonces la lucha ha sido tenaz y sin respiro por parte de la comunidad, sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX.

Después de esta larga querella hoy subsiste al lado de grandes explotaciones ganaderas, muchísimos minifundios, pequeñas propiedades familiares y una limitada área de terrenos recuperados, donde se ha pretendido restituir a la tradición de cultivos comunitarios, algunos ya con una importante doisis de tecnificación (arado mecanizado, fertilización de suelos y control de plagas).

PROPIEDAD Y TENENCIA DE LA TIERRA

En la época prehispánica, entre los Zenúes la tierra era de propiedad comunal. Su valor era de su uso, no comercial.

Con la Conquista y la Colonización española, se inició un proceso sistemático y violeneto de despojo de las tierras a las comunidades indígenas Zenúes. Surge así en el siglo XVI la encomienda, dando origen a la formación de haciendas, mercedes de tierras y adjudicaciones a labriegos españoles, mestizos, negros, zambos y mulatos.

Par el siglo XVIII, en el Sinú se crean tres resguardos en el Distrito de Tolú: San Nicolás de Bari, San Sebastián de Urabá y San Andrés de Sotavento, con sus anexos Chinú y Pinchorroy (5). Los dos primeros pasaron a ser propiedad del municipio de Lorica en 1908.

El resguardo de San Andrés de Sotavento fue creado en 1773, iniciándose un largo litigio entre los indígenas de Mexión (San Andrés de Sotavento), Chinú y Pinchorroy (Chimá) frente a las pretenciones de los "libres" de apoderarse de las tierras que por tradición y posesión pertenecían a los Zenúes, aduciendo la no existencia de indígenas en la región. Por fin el 19 de julio de 1782, la representación de la Corona española en la provincia de Cartagena, definió la situación a favor de los Zenúes de San Andrés de Sotavento, promulgando el documento que certificaba la posesión legal de las tierras del resguardo por los indígenas (6).

Muya a pesar de la oficialización del resguardo, se dan los primeros intentos de usurpación y despojo liderados por personas libres, quienes pretenden establecer cultivos y ganados en terrenos del resguardo, con la aquiescencia de las autoridades de la zona, quienes dilataron la ejecución de la órdenes de desalojo de los invasores, permitiendo con ello que los hacendados colindantes ensancharan sus posesiones, estrechando las tierras demarcadas a los Zenúes (7).

Con el inicio de la época Republicana, Simón Bolívar dispuso en 1820, mediante decreto, la repartición de las tierras de los resguardos entre las familias indígenas asentadas en las mismas, en detrimento de la propiedad y uso comunitarios. Además, se permitió el arriendo por remate de los terrenos sobrantes, después de hacer la repartición autorizada.

Se inicia así un proceso de "campesinización individualizadora", que de por sí ya se esteba dando en San Andrés de Sotavento, por la presión incontrolada de los latifundistas sobre los terrenos del resguardo (8).

D tal manera que al entrar el siglo XX los Zenúes habitaban los sitios bajos de los arroyos y cultivaban las partes altas. El territorio era boscoso. La población no era muy numerosa y se concentraba en pocos caseríos.

Se consolida la propiedad de la tierra por familias. Mediante los sucesivos matrimonios se va atomizando el uso y provecho de las parcelas en pequeñas unidades de viviendas y cultivos, activándose la producción de maíz, yuca, ñame, fríjol, ajonjolí, guandul y ahuyama cuyos excedentes eran negociados en San Andrés y Tuchín con los comerciantes "blancos, mestizos y siriolibaneses (9).

Estas transacciones comerciales, en vez de beneficiar al indígena originaron un proceso acelerado de despojo de las tierras, ya que se presentaban épocas de intensos veranos y la invasión de las langostas que arrasaron con los cultivos, viéndose los indígenas forzados a solicitar préstamos a los negociantes sanandresanos, quienes aprovecharon la crisis para imponerles intereses de usura y obligaciones extremadamente difíciles de cumplir.

Entonces los prestamistas recurrían a las instancias gubernamentales y judiciales, logrando mediante el embargo y las intimidaciones la posesión definitiva de los terrenos.

Así se consolidaron muchas haciendas ganaderas en el resguardo. Otras fueron fruto de la venta apresurada y desfavorable, bajo la presión del hambre, la pobreza y la miseria, del azote de enfermedades, del desempleo y la violencia genralizada en la región y el país.

Expósitos en su propia tierra, los indígenas se vieron obligados a "engancharse" como jornaleros y como "concertados" en las mismas fincas y haciendas que habían sido de su propiedad, a decidirse por los desplazamientos forzosos hacia otras tierras de Córdoba, Sucre y Antioquia.

Secularmente la comunidad Zenú se ha visto compelida a realizar migraciones por variados motivos y circunstancias hsitóricas, lo que ha acelerado el proceso de pérdida de los terrenos del resguardo. Veamos:

  • Por el violento impacto sufrido a raíz del Descubrimiento, la Conquista y la Colonización mediante una sitemática campaña de exterminio, emprendida por los españoles, omnubilados por la sed y la codicia que les despertó los cementerios sagrados de los aborígenes pletóricos de orfebrerías.
  • Por el regimen de explotación señorial implantado en el siglo XVI, que permitió que los encomenderos se aporvecharan y explotaran el trabajo indígena.
  • La concesión de resguardos de tierras, que a la postre poco fueron reconocidos y respetados por las mismas autoridades españolas, y se concibió la utilización de mayordormos de indios que reclutaban a los aborígenes de los resguardos y reservaciones, para que vivieran y trabajaran en las haciendas de los encomenderos.
  • Por el despojo emprendido por las familias cartageneras, sinuanas y sabaneras, que utilizaron su poder político y económico para constituir explotaciones ganaderas, agrícolas y de extracción de maderas, que luego fueron vigorizadas con la participación de emigrantes franceses, ingleses, norteamericanos, italianos y sirio-libaneses ("turcos"), pisoteando los derechos de los aborígenes consagrados en la legislación pertinente, y contratando a muchos de ellos para descuajar selvas, abrir caminos, hacer potreros y cuidar las reses, bien en el mismo resguardo, en el Sinú o en el San Jorge.
  • El sistema utilizado para la contratación laboral fue el "avance", consistente en dar anticipos de dineros en la captación de mano de obra. La forma más común de otorgarla era el "avance" o pago anticipado de parte del salario, cuyo monto se estipulaba de acuerdo al jornal. Quienes lo recibían quedaban "avanzados", es decir, comprometidos hasta la cancelación de la deuda. Los avances de indios de San Andrés se efectuaban a través de mercaderes intermediarios de dicha población, que reclutaban el grupo y ponían a su cabeza un capataz. Este mecanismo colocó a los indígenas en una situación de explotación por parte de algunos comerciantes que les entregaban parte del salario en mercancías de sus propios establecimientos (10).
  • Por la persecución política emprendida durante la Guerra de los Mil Días, ya que la mayoría de los indígenas fueron solidarios y partidarios con los ideales defendidos por el general Rafael Uribe Uribe (1899-1901).
  • Por la pretención de empresas petroleras norteamericanas que iniciaron una sitemática explotación en busca de petróleo en tierra del resguardo (1913-1920), aliados con inversionistas criollos (Compañía Explotadora de Petróleo y la South American Gulf Oil Company) (11).
  • Por la persecución y exterminio de los líderes y dirigentes indígenas durnate la época de La Violencia, y que se ha mantenido hasta la actualidad con el movimiento de la recuperación de la tierra, emprendido desde 1980.


5. Sandra Turbay Ceballos y Susana Jaramillo Arbeláez. Indentidad cultural entre los indígenas de San Andrés de Sotavento. Monografía de grado. Universidad de Antioquia.
6. Cédula real. Titulación oficial del resguardo de San Andrés. Folios 178 a 196 del expediente original. Cartagena, julio 19 de 1782.
7. Alberto Alzate P. Aspectos históricos y situación actual: resguardo indígena de San Andrés de Sotavento. Universidad de Córdoba-Colciencia. Montería. 1987. P.53-57.
8. Alverto Alzate P. Op. cit. P. 58-59.
9. Sandra Turbay Ceballos... Op. cit. P. 148-149.
10. Gloria Isabel Ocampo. Hacienda y campesinos en el Sinú: formas de vida y formas de trabajo en "Marta Magadalena" (1912-1954). En Boletín Museo del Oro, No. 20. Bogotá: Departamento Editorial Banco de la República, 1988. P. 118-119. 11. Orlando Fals Borda. Retorno a la tierra. Historia doble de la Costa-4. Bogot.a, 1986. P.18.
 
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