Manuel H. Pretelt Mendoza lo describe así:
"Esa imagen de Jesús Nazareno, de tamaño natural, tallada en madera, es una estatua policromada, que lleva a cuestas la cruz que sostiene sobre el hombro izquierdo y la agarra con las dos manos. Está vestida con túnica morada, de fino peluche y recamada con galones de oro. La cabeza bajo el terrible suplicio de la corona de espinas, se inclina ligeramente hacia el pecho con manifiesta sensación de dolor y fatiga; sus ojos parecen que estuvieran cubiertos de polvo y sangre. La boca entreabierta por la angustia del cansancio; los labios hinchados y con la faz toda llena de cárdenos golpes. Encima de la barba se observan las vetas gruesas de sangre, que se desprenden de la frente. Hay en todo el rostro la expresión de un moribundo en trance de querer decir siquiera alguna palabra."