La Corraleja que Yo Conocí
La corraleja primitiva era construida
comunitariamente. Los vecinos aportaban la mano de obra a través
de una "Junta de fiestas", y los ganaderos y finqueros,
los días de toro y la madera. Para contratar la banda
se acudía a cuotas entre los comerciantes y familias acomodadas;
para los gastos adicionales se disponía de los arriendos
del terraje para cantinas, fondas o puestos de comida, cacharros
y juegos de azar.
En el trayecto de todo el maderamen
se disponía de dos palcos; el palco de la junta, sitio
en donde se reunían los miembros organizadores, el dueño
del día de toro, invitados especiales y la banda de músicos.
Contiguo al palco de la junta se
contruía el de las familias acomodadas, caracterizado por
la abundacia de "mujeres bonitas", salidas de las fincas
y pueblos cercanos. Y el resto, llamado la "valla"
era libre, para que el pueblo disfrutara de su tarde de toro.
Los varones se montaban en la última "vareta",
y las muchachas se acomodaban de bajo, para lo cual llevaban un
taburete prestado. O las garitas o enramadas techadas con palma,
bien para cantina, o para venta de refrescos y golosinas.
Por lo general las cantinas grandes
alquilaban debajo de los palcos con el fin de aprovechar la sombra,
escuchar la banda, y atender los pedidos de arriba, de las familias.
Esas cantinas grandes cargaban sus
mujeres, blancas y caderonas, las más blancas se hacían
pasar por "caleñas". ya entraditas en licor se
dejaban caer un poco la manga de la blusa y mostraban parte del
pecho, un pecho "llenito y blanco".
Quienes tomaban con ellas adquirían
el derecho de pasarle la mano por debajo de la falda en expresión
de caricia consentida. Cuando sonaba un porro bueno en la banda,
lo bailaban. Los muchachos nos asomábamos a escondidas
para verlas bailar, pero los meseros estaban pendientes y nos
espantaban. Ahí solamente podían entrar los mayores.
Era prohibido llegar donde estaban las "Putas". Ellas
mismas eran celosas de los niños. Muchas veces se les
oía decir: "Uno Pueda que sea una bandida, una vagabunda,
una pobre puta, pero un mal ejemplo no se le da a un hijo ajeno";
y agregaban "Yo también tengo hijos". Y otras,
menos tiernas nos correteaban: "fuera... fuera de pelao;
el que anda con pelao amanece miao".
Eran famosas con cantinas de mujeres
bonitas, Germania, Islena y María Elena.
En uno de los callejones de la plaza
se construía el "Torín; torineta o toril; por
lo general eran dos, uno para los toros sin "jugar",
y el otro para los toros lidiados.
Los toros eran traidos, "arreados"
con bueyes, y conducidos por vaqueros expertos que le cantaban
vaquería. Los animales se concentraban en ese canto de¡
vaquero y seguían obedientes a los bueyes; igual para llevarlos
a la corraleja, que para regresarlos a los potreros. Esos vaqueros
eran escogidos por el ganadero, a fin de evitar accidentes. No
había cosa mas intimidante que saber que había un
toro suelto, "de los jugados en la tarde". Nadie se
atrevía a salir para esos lados.