Figura zoomorfa en oro de la cultura Zenú
Secretaría de Cultura de Córdoba - Colombia - Sur América

 
 
La Pluma Simbólica del Goyo
Guillermo Valencia Salgado

Córdoba su Gente su Folclor
Guillermo Valencia Salgado "Goyo"
Editorial Mocarí. 3a. Edición
Montería, 1994

FOLCLOR LITERARIO
NARRACIONES

Brujas y Otras Leyendas.

El Gritón es un endriago infernal. Se dice que es hijo de una india que expulsada de su tribu fue sorprendida en medio de la selva por el demonio y la poseyó. De esta unión nació el Gritón. El Gritón es, pues, un ser mitad humano y mitad demonio. Su terrorífico grito, de donde viene su nombre, arranca los árboles de raíz, hace temblar la tierra, desborda los arroyos y espeluzna a los seres que lo oyen. Persigue a los hombres que osan cruzar la selva a media noche.

El Duende es un espíritu que vive en las casas abandonadas o en las encrucijadas de los caminos boscosos. En los hogares donde hay niños moros, es decir sin bautizar, se le oye cantar debajo de las camas. Y los persigue y los engaña con objetos brillantes y así se los lleva hasta los intrincados rastrojos donde los chupa sacándoles la sangre. Se dice que solamente los futuros padrinos pueden rescatarlos, o con el bautizo alejar el endriago.

La Llorona es un espíritu en pena que busca a su hijo. Se afirma que fue una mujer que perdió su único hijo, y esto la enloqueció. En su dolor culpó a Dios de su pena y fue maldita por los viejos del pueblo. Nunca dejó de llorarlo. Y después de muerta, su espíritu sale por las noches y lanza su llanto quejumbroso, hasta los siglos de los siglos.

En Córdoba existen dos clases de brujas: la bruja volantona y la bruja tierrera.

La Bruja Volantona tiene la virtud de convertirse en toda clase de animales. Vuela sin usar la escoba y su oficio es burlarse de los hombres y mujeres que acostumbran vagar por las noches. Las brujas volantonas hacen largos viajes en busca de hierbas alucinógenas, untos y bebedizos que utilizan para malear a la gente.

Las Tierreras recorren por las noches caminos solitarios, y se convierten en burras, puercas, mulas y patas, para asustar o borrar los caminos o entorpecer la marcha a los caminantes nocturnos.

Para aprender la brujería hay que tener en cuenta estos requisitos :

  • Ponerse en contacto con una bruja veterana y solicitar ser presentado en el aquelarre.
  • Cumplir estos trabajos:
    1. Arrancarle el corazón al ser más querido y llevarlo palpitante al cementerio a las doce de la noche.
    2. Participar en el baile que las brujas realizan en honor al diablo. Debe bailar desnuda y con la zona pudenda depilada.
    3. Comer la carne de los muertos recién enterrados.
    4. Mantear un toro negro que arroja candela por los ojos y la boca.
    5. Dejarse tragar por una enorme serpiente cornúpeta y finalmente tener contacto sexual con el demonio
  • Cumplido lo anterior recibir de manos de la bruja más vieja:
    1. Una pomada elaborada con sebo humano.
    2. Un litro "culojondo" lleno de un líquido pegajoso y oscuro.
    3. Un silbato labrado en madera proveniente de Jerusalem.
    4. Un libro de oraciones que deberá rezar al revés.

Antes de convertirse en una pata blanca y volar, usará la pomada para frotarse las choquezuelas y desprenderse las piernas, pues éstas obstaculizan volar. Con el líquido pegajoso y oscuro bañará su cabeza, sus pechos y sus caderas. Esta agua tiene la virtud de hacer mutante a la bruja. Antes de pegar el vuelo rezará las oraciones al revés y dirá: "Sin Dios y sin Santa María" Con el silbato se comunicará con sus compañeras.

Además de las brujas volantonas y tierreras existe el Zángano. Se dice que el Zángano es el marido de las brujas y en el acto sexual puede, a voluntad, engrosar o adelgazar, alargar o encoger el pene según el gusto de la solicitante.

Juan Lara es un espíritu que se enamora de las jóvenes casaderas. Se cuenta que en su vida real fue un hombre apuesto, pero pedante, pues se llenaba la boca diciendo que no había mujer alguna que se resistiera a sus pretensiones. Una vez se robó una muchacha nieta de una bruja volantona. Cuando la bruja supo lo que Juan Lara había hecho, lanzó esta maldición: "Es la última mujer que te llevas. Hasta hoy eres nombre". Esa tarde Juan Lara recibió como regalo un pastel de arroz atado con una majagua colorada. Al desenvolver el pastel, la majagua se convirtió en una culebra panoco que lo picó en un testículo.

Miles de culebreros lo asistieron y aunque lograron salvarlo, el pene le fue disminuyendo y disminuyendo hasta desaparecer totalmente. Juan Lara murió de vergüenza, pero su espíritu en penitencia deberá seguir enamorándose hasta los siglos de los siglos.

Actualmente se cuenta que él se muda a los hogares donde hay mujeres bonitas. Y las besa, las rasguña, les alborota el cabello, les echa basura en los alimentos, les llena la cama de cagajón de burro y hasta las abofetea si las jóvenes tienen novio. Para desterrarlo se necesitan los oficios de un sacerdote quien debe rezar por los rincones de la casa y bañar a la joven posesa con agua bendita. Cuando Juan Lara se marcha deja a su paso un fuerte olor de macho en celo.

El Yacabó es un rapaz diurno y nocturno. Según la tradición oral es un pájaro agorero que anuncia la muerte, con su canto. Si quien escucha este canto está enfermo no recobrará jamás la salud. Morirá indefectiblemente.

Los niños en cruz, los animes, las piedras de ara, la aguja del muerto y los heliconios, son cosas de la magia negra que ayudan a sus poseedores.

El Niño en Cruz es un objeto que representa a un niño crucificado. El usuario debe metérselo entre cuero y carne y alimentarlo con su sangre. Como retribución, el objeto maligno no permitirá que su dueño sea herido.

Los Animes son animalitos de color oscuro, que tienen la boquita roja y los ojos centellantes. Son guardados en un cacho de buey por lo resistente, pues les animes padecen de un hambre voraz y todo lo roen. El hombre que tenga los animes es un buen trabajador en todos los campos. Se comenta que para alimentar a los animes se le da saliva y dos veces al año hay que llevarlos a una hacienda para que devoren reses. Lógico que el poseedor hará esto a escondidas. Si los animes no son alimentados se comerán al dueño.

La Aguja del Muerto no es más que una simple aguja que con mucho sigilo se hunde en el talón de un enfermo en estado agónico. Al momento de expirar, unos segundos antes, preguntará: "¿Para qué la quieres?" Y se contestará: "Para enamorar". Sacará la aguja del talón y se envolverá en un algodón impregnado con agua bendita. El poseedor la usará dando puntadas en el aire cerca de la mujer pretendida y ésta, al momento, enloquecerá por él.

La Flor del Higuerón sirve también para enamorar. En la selva hay un árbol con este nombre que solamente da una flor a las doce de la noche del viernes santo. Quien desea tenerla deberá ir solo a buscarla a esa hora. Debe colocar al pie del árbol una sábana impoluta y esperar la media noche. Llegada la hora, el higuerón suelta su única flor y al caer ésta sobre la sábana se oye que el árbol pregunta: "¿Para qué la quieres?" y se responderá : "Para enamorar". De inmediato hay que envolver la flor y salir corriendo sin mirar hacia atrás.

A los hombres exitosos con las mujeres se les dice que tienen la flor del higuerón.

El Nido del Macuá, el corazón del colibri y el hueso del pavo mono sirven como afrodisíacos. Tanto el nido como el corazón y el hueso hay que pulverizarlos y tomarlos con ron.

El Humo de Anamú aleja la mala suerte, a los demonios y a los muertos.

Nuestra tradición oral es rica en relatos terroríficos que se cuentan en las noches de velorios. Urge la recopilación de estos cuentos antes de que el proceso de modernización inexorable y desintegrador los adultere o los borre de la memoria popular.

Escritores cordobeses que han recogido estas narraciones populares: Jaime Exbrayat, Manuel Pretelt Mendoza, Manuel Mendoza Mendoza, Diego Raúl Lambraño, Antolín Díaz, Leopoldo Berdella, Víctor Negrete Barrera, José Galeano, Soad Louis de Farah, Andrés Elías Flórez, Luis Felipe Negrete, José Manuel Vergara, David Sánchez Juliao, José Luis Garcés G. En mi obra Murrucucú recojo varios cuentos, mitos y leyendas de Córdoba.

Es digno exaltar la labor de estos magníficos contadores de cuentos: Carlos Doval Castro, Juan Manuel Garcés, Goyo Espitia, Jaime Gómez, Eduardo y Octavío Valencia Molina, Adela Durante, Pablito Flórez, Pedro Durango, Rafael López, Juan Doria, Agustín Flórez, Reinaldo Bello, el Indio Guerra, Jorge Valencia Molina, Josefina Burgos Ramírez, Bladimiro Angulo M., etc.


FOLCLOR DEMOSÓFICO
USOS Y COSTUMBRES
FUNEBRIA
El Muerto Alegre.

Otro rito funerario en Córdoba tiene por nombre "Muerto alegre". Se inicia con una rara petición que hace el enfermo ya en estado agónico. Pide que lo entierren muerto alegre. El hijo mayor se encarga de cumplir esta solicitud. Va a la carpintería y ordena que le confeccionen un cajón especial. La madera usada en la construcción de la caja mortuoria debe ser curada. Las tablas de los laterales deben ser de distinto grosor para que al ser golpeadas emitan sonidos diferentes.

Llegado el momento del entierro el difunto es introducido en la caja aprisionando su cuerpo desde los hombros hasta los pies mediante trapos o cuñas de balso. Solamente la cabeza del cadáver quedará libre de obstáculo para que en el bamboleo, golpee los laterales de la caja.

Cumplido lo anterior los cargadores del muerto inician la marcha hacia el cementerio. Sus pasos serán irregulares, como cojeando, ya de un lado, ya del otro, para que la cabeza del muerto, en forma sincopado, tamborilee alegremente en los laterales del cajón. El público que ve pasar el entierro y oye estos golpes, exclama: ¡Ahí va un muerto alegre!


 
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